Septiembre
viene cargado de muchos cambios en la familia. La mayor, M*
empieza el cole y el pequeño L*,
ya se ha echo lo suficientemente grande como para que empiece
pequeñas actividades. Y yo, retomo el deporte. Sin
duda lo más importante este septiembre es el comienzo del cole de
M*.
Nuestros
peques no han ido a la guardería, ni tenemos pensado que el peque
vaya, así que comenzar el cole es toda una novedad para nosotros.
Ayer
conocimos a la profesora: S*,
creo que estaba yo más nerviosa que la peque. Después de lo que nos
costó decidir el cole, y de pasar nervios por si no tenía plaza,
conocer a la persona que le va a acompañar en su crecimiento durante
los próximos tres años no era una nimiedad.
Sólo
fue una entrevista de 15 minutos, a modo de tutoría, pero me sentí
como que la conocía de toda la vida, me transmitió confianza.
Cuando salí del cole, sentí que no nos habíamos equivocado, S*
me
causó muy buena impresión.
Durante
el rato que estuvimos en clase
con
la profe, M*
jugaba
en el que va a ser su "mundo" a partir del jueves. Hablamos
tanto de cosas prácticas del comienzo de curso como de otras
relacionadas con la forma de ser de M*.
Y sobre todo tuve la oportunidad de preguntarle y comentarle a S*
todo
lo que me inquietaba.
Me
parece una buena idea que en el mes de junio nos dieran
una
encuesta, que ayer tenía que llevar rellenada, dónde nos
preguntaban cosas sobre M*.
Cosas
importantes para que en el cole conozcan por ejemplo, si es alérgica
o necesita cualquier medicamento, datos sobre su grado de autonomía,
si va ya sola al baño, si come sola, etc.
y
otras cosas que profundizaban más en su personalidad.
Rellenando
el formulario, tanto su padre como yo, nos dimos cuenta de lo dificil
que es encontrar palabras para describir
a
tu
hija, a una personita que adoras con todo tu corazón. Pensando
pensando nos iban surgiendo cosas, pero hasta los "defectos"
los convertíamos en virtudes y siempre una palabra precisaba de
párrafos enteros para matizarla. Hasta los aspectos
menos positivos los terminábamos convirtiendo en casi virtudes...
Esto
me hace reflexionar sobre lo que cuesta ver las cosas malas de los
hijos. Y lo difícil que será hacerlo bien cuando M* se equivoque y
tengamos que ver, no sola las virtudes, sino también los defectos. Y
es que sospecho, que los padres siempre tendemos a ver a nuestros
hijos perfectos y tendremos que aprender a ver los errores para
poderles ayudar a corregirlos. Es importante ver los defectos de
nuestros hijos para poder ayudarles...otro reto más en la vida.